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Para muchos, los Ballets Rusos de Diaghilev, la fastuosa compañía parisina que nunca bailó en Rusia, abrió la puerta a la modernidad en el siglo XX. Es un hecho que La consagración de la primavera (1913), de Vaslav Nijinsky, marca un antes y un después en el devenir de la danza. En su momento, los integrantes de esa compañía legendaria fueron vistos como los más atrevidos, los más vanguardistas y avanzados, los más rompedores. Pero en realidad, fueron rompedores exactamente hasta donde se podía romper a principios del siglo pasado, por muy cosmopolita y permisivo que fuera aquel París.
Igra (Juego), la nueva pieza de la agrupación madrileña Kor’sia, ha querido hacer justicia al reconstruir aquellas coreografías y mirar aquella sociedad desde hoy, 2021. Pero, cuidado, no se trata de una reposición. Tampoco de una imitación. Ni siquiera es una versión o una reinvención. Se trata más bien de una inspiración documentada, una obra de nueva creación que surge de una investigación rigurosa en esas obras, en la vida de sus creadores y el contexto en que se produjeron y estrenaron. Con todo este material ordenado en sus cabezas, los creadores Antonio de Rosa y Mattia Russo, directores de la agrupación, junto a la bailarina Agnés López-Río, habitual asesora artística de sus propuestas, y Gaia Clotilde Chernetich, se dispusieron a crear Igra en el estudio con los intérpretes.
Y no fue fácil ahora reconstruido desde otro tiempo, el nuestro, que siendo más permisivo no deja de tener coincidencias, haciéndonos llegar a la conclusión de que, en la humanidad, hay cosas que nunca cambian.